Dalai Kafka

Arturo Elizondo

Después de andar de vagabundo buscando apoyo en varias galerías de Nueva York a principios de los años 90’s, Francesco Pellizi, que es uno de los coleccionistas más importantes de Basquiat, me introdujo con una distribuidora de arte Carla M. Stellweg, y a partir de ahí tuve contacto con varias galerías y las de Kevin Morris me dieron un impulso especial porque se especializaban en lo que ellos denominaban “outsiders”…

Justo en esos momentos, por un mes, en el “Metropolitan Museum of Art” de Nueva York se presentó una exposición con arte de México llamada: “Esplendor de 30 Siglos”, y eso me abrió la puerta como artista mexicano para poder venderles esta obra.

Cuando el museo pidió conocer mi obra, yo tenía trabajadas alrededor de 15 obras que se mostraban en exposiciones colectivas, y tuve la fortuna de que esta pieza fuera de su máximo interés.

Mi presencia en el Museo Metropolitano, al lado de grandes pintores, me abrió muchas puertas en el arte de Nueva York. El mismo museo me solicitaba con frecuencia dar lecturas y pláticas sobre mi obra. Esto fue un momento muy excitante porque la mayoría de los pintores expuestos en el museo están muertos o inaccesibles en diferentes partes del mundo, entonces mi presencia era muy valiosa para ellos y aprovechaban para invitarme con el objetivo de hablar, principalmente a grupos de estudiantes.

La obra se remite a mi fascinación budista, y hay que ponernos en contexto de esa época cuando los chinos perseguían a los monjes budistas. Hay que recordar que el mismo Dalai Lama huye y se refugia en la India. Para mí, esto era un genocidio increíble y era inconcebible vivirlo en pleno siglo XX. Yo interpretaba esta situación como algo “kafkiano” y es por eso que hago esta pintura que surge de la yuxtaposición, donde quién mejor que el propio Franz Kafka se vea repatriado, en este caso portando la bandera mexicana.

Pétalos amarillos de una rosa que se van desvaneciendo por encima de todo el paisaje que tiene una presencia importante en el cuadro.

Kafka camina sobre el agua señalando su divinidad, en un sentido religioso, como Cristo.

La literatura de Kafka fue visionaria, porque nos anticipa el infierno que va a ser lo que se nos viene encima con la modernidad: la burocracia, las leyes, la política, el dominio de la economía, etc…

Hay también una clara influencia de las obras de René Magritte. Un artista que admiro.

Una imagen que pertenece sin duda a mi mundo onírico.

No recuerdo exactamente las medidas pero este óleo sobre tela debe ser de 2 x 3 metros y lo realicé alrededor de 1995.

Después de andar de vagabundo buscando apoyo en varias galerías de Nueva York a principios de los años 90’s, Francesco Pellizi, que es uno de los coleccionistas más importantes de Basquiat, me introdujo con una distribuidora de arte Carla M. Stellweg, y a partir de ahí tuve contacto con varias galerías y las de Kevin Morris me dieron un impulso especial porque se especializaban en lo que ellos denominaban “outsiders”…

Justo en esos momentos, por un mes, en el “Metropolitan Museum of Art” de Nueva York se presentó una exposición con arte de México llamada: “Esplendor de 30 Siglos”, y eso me abrió la puerta como artista mexicano para poder venderles esta obra.

Cuando el museo pidió conocer mi obra, yo tenía trabajadas alrededor de 15 obras que se mostraban en exposiciones colectivas, y tuve la fortuna de que esta pieza fuera de su máximo interés.

Mi presencia en el Museo Metropolitano, al lado de grandes pintores, me abrió muchas puertas en el arte de Nueva York. El mismo museo me solicitaba con frecuencia dar lecturas y pláticas sobre mi obra. Esto fue un momento muy excitante porque la mayoría de los pintores expuestos en el museo están muertos o inaccesibles en diferentes partes del mundo, entonces mi presencia era muy valiosa para ellos y aprovechaban para invitarme con el objetivo de hablar, principalmente a grupos de estudiantes.

La obra se remite a mi fascinación budista, y hay que ponernos en contexto de esa época cuando los chinos perseguían a los monjes budistas. Hay que recordar que el mismo Dalai Lama huye y se refugia en la India. Para mí, esto era un genocidio increíble y era inconcebible vivirlo en pleno siglo XX. Yo interpretaba esta situación como algo “kafkiano” y es por eso que hago esta pintura que surge de la yuxtaposición, donde quién mejor que el propio Franz Kafka se vea repatriado, en este caso portando la bandera mexicana.

Pétalos amarillos de una rosa que se van desvaneciendo por encima de todo el paisaje que tiene una presencia importante en el cuadro.

Kafka camina sobre el agua señalando su divinidad, en un sentido religioso, como Cristo.

La literatura de Kafka fue visionaria, porque nos anticipa el infierno que va a ser lo que se nos viene encima con la modernidad: la burocracia, las leyes, la política, el dominio de la economía, etc…

Hay también una clara influencia de las obras de René Magritte. Un artista que admiro.

Una imagen que pertenece sin duda a mi mundo onírico.

No recuerdo exactamente las medidas pero este óleo sobre tela debe ser de 2 x 3 metros y lo realicé alrededor de 1995.

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